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sábado, 9 de febrero de 2013


Fiel a la petición de Dios del año 1959: “¡Vete y dilo…!”; “¡esto es para todos…!”, la Madre Trinidad necesita ir depositando en el corazón de los que la acompañamos en estos tiempos toda la riqueza de la fe de la Santa Madre Iglesia, de la cual ella es testigo excepcional. Todo esto lo vivirán más profundamente los más humildes de corazón, porque “Dios se comunica a los pequeños”.
En estos momentos tan significativos de exaltación y de tribulación para la Iglesia, su testimonio son ráfagas de luz de gran consuelo para todos. 


Al querer manifestar lo que es la vida de fe, no puedo hacerlo sin antes adentrarme en el misterio de nuestra Familia Divina, en esa vida que es actividad infinita en felicidad plena, en perfección eterna, en plenitud divina y en comunicación trinitaria.
Dios, en su vida infinita, es eternamente feliz en comunicación hogareña. Él tiene en sí cuanto pudiera necesitar, en un señorío tal y en una riqueza tan inexplicable, que todo lo que es, Él se lo es de por sí. Para tenerlo todo, tiene hasta la potencia infinita de serse el que Se Es de por sí; y en esto está también la realeza infinita, el poder absoluto. [...]
       Dios vive su vida para sí, y, en un designio de su sabiduría eterna, quiere que esa misma vida sea vivida por nosotros. [...]
Y, ¡oh misterio incomprensible, que el hombre nunca pudo llegar a sospechar y que solamente el Omnipotente podía realizar!: Dios se hace Hombre y el hombre pasa a ser hijo de Dios; Dios mismo, en Canción divina y humana, nos deletrea, en María y a través de ella, su vida infinita.
El hablar de Dios es obrar. Por eso, al querernos decir su vida, la obra entre nosotros. [...]
Dios escoge a un Pueblo al que se la dirá, obrándola en él. Este Pueblo glorioso es la Nueva Jerusalén en la tierra, es la Iglesia. En la Iglesia, por tanto, está Dios viviendo su vida para sí y para nosotros; diciéndose su vida para sí por su Verbo, y para nosotros por su Verbo Encarnado. [...]
Dios mismo, en comunicación, es la vida de la Iglesia. Por eso la Iglesia está reventando en divinidad; por eso la Iglesia es el rostro de Dios en la tierra; porque es ella la que nos dice en conversación divina y humana, durante todos los tiempos, en un dicho que es obrarlo en nuestras almas a través de su liturgia, la misma vida de Dios. [...]
Y es la Iglesia la que, por medio de su liturgia, de los sacramentos, nos une a Cristo, nos perpetúa su vivir. Es la Iglesia la que nos da la misión del mismo Cristo de comunicar la vida de Dios a todos los hombres, la que nos pone en contacto con las tres divinas Personas para que vivamos de su vida, la que nos mete en el misterio de la Encarnación, y por lo tanto en María, perpetuándonos también la maternidad de la Virgen, que es donde y por quien se nos dio la vida divina. Y es la Iglesia la que nos llevará un día con Cristo glorioso a la Eternidad. [...]
Muchas veces preguntamos: ¿Qué es la vida de fe? Es todo el depósito infinito que Cristo ha comunicado y perpetuado en vida, en el seno de la Iglesia.
       La vida de fe no es una cosa fría, ni de estudio científico; es toda la riqueza pletórica del Infinito, dicha a nosotros en un romance de amor. Todo lo que la Iglesia nos dice y nos manifiesta, continuando la canción del Verbo, es el tesoro de nuestra vida de fe. La fe es la que nos pone en contacto con Dios, porque es la que nos deletrea los misterios riquísimos de nuestro cristianismo. [...]
Vivir de fe es vivir de Dios, de Cristo, de María; es engolfarse en la vida de las tres divinas Personas; es recibir el mensaje del Verbo Encarnado; es cobijarse en la maternidad de María; es escuchar, recibir y adherirse a todo lo que nos dice la Iglesia en su comunicación de los misterios divinos. [...]

La Madre Trinidad de la Santa Madre Iglesia
El Padre, conociéndose a sí mismo, rompe en Palabra de fuego. Esa Palabra es su Verbo, su Hijo, el que dice todo lo que hay en el seno de la Trinidad, ya que es la Expresión de la realidad eterna. Pero este Dicho o esta Palabra que dice el Padre, sólo es pronunciada en el amor del Espíritu Santo. Por eso, el que quiera escuchar la Palabra divina fríamente y sin amor, no recibe al Verbo, porque el Verbo sólo se comunica y es dicho en el amor en el seno de la Trinidad y en las almas que se abren a la acción santificadora del mismo Espíritu Santo.
Alma-Iglesia, cualquiera que seas, ábrete a lo que te dice el Verbo en el seno de la Iglesia. [...] No olvides tampoco que la vida de Dios es muy distinta de lo que tú piensas, de lo que tú entiendes, de lo que tú conoces… Tus conceptos humanos no sirven ante la fe, y por eso a veces te parece que ésta es oscura, no porque en sí lo sea, sino porque tú estás ciego. Explícale a un ciego cómo es el sol, que mientras no desaparezca su ceguera, él lo verá todo negro.
El medio para vivir en la luz es hacerse pequeño, pues sólo a los pequeños les son manifestados los secretos del Padre. También tienes que escuchar al Señor en grandes ratos de intimidad, para que el amor se vaya posesionando de tu alma y así la sabiduría de lo divino, que sólo se dice en el amor, se haga vida en ti.
 
Madre Trinidad de la Santa Madre Iglesia
 
Fragmento del escrito “EL MISTERIO DE LA FE”, tomado del libro “La Iglesia y su Misterio” 

Nota.- Para descargar el tema completo pulsar aquí: “El misterio de la Fe”.




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