Buscar este blog

sábado, 19 de enero de 2013

Benedicto XVI, 17 de enero de 2013

Al caminar juntos con humildad el camino de la justicia, la misericordia y la justicia que el Señor ha señalado para nosotros, los cristianos, no sólo vivirán en la verdad, sino también serán faros de alegría y esperanza a todos aquellos que están buscando un punto seguro de referencia en nuestro mundo que cambia rápidamente.

martes, 15 de enero de 2013

QUIERO SER TU JUGLARCILLO. Poesía. Madre Trinidad de la Santa Madre Iglesia.


QUIERO SER TU JUGLARCILLO
Quiero buscar corazones
que te vengan a adorar
calmando la sed sedienta
de tu eterna caridad.
Quiero buscar, sin cansarme,
hasta lograr encontrar,
los hidrópicos de amores,
para sus ansias saciar.
Quiero llenar tus Sagrarios,
en adorante adorar,
de corazones sencillos
que te sepan penetrar.
¡Quiero ser tu juglarcillo,
expresión de lealtad!
 16-4-1973

sábado, 12 de enero de 2013

PAN DE VIDA. Poesía. Madre Trinidad de la Santa Madre Iglesia


PAN DE VIDA
Eucaristía… Pan de vida… llenura
del que hambrea, sin saber
en qué encontrará su hartura.
Eucaristía… para aplacar la sed
del que busca jadeante
el manantial refrescante
de sus cavernas heridas.
Eucaristía… manjar completo de vida
que se nos da en Pan y Vino
con apariencias sencillas,
pero que encierra el misterio
de la Vida.
Dios que se da en comunión,
repletando en posesión
las cavernas encendidas.
Eucaristía… llenura
del que busca, sin saber
cómo saciará su hartura
y repletará su sed.
 26-10-1969

MIi DIOS GRANDE. Poesía. Madre Trinidad de la Santa Madre Iglesia


MI DIOS GRANDE
Dios es tan grande, ¡tan grande!,
en su infinito portento,
que es capaz de hacerse Pan
y de habitar en el suelo.

Dios es tan grande, ¡tan grande!,
tan exhaustivo en su seno,
que se hace cuanto quiere,
y por eso es alimento.

Dios es tan grande, ¡tan grande!,
en su serse el Sempiterno,
que se hace criatura
para llevarme a su encuentro.

Dios es tan grande, ¡tan grande!,
que por eso es tan pequeño
cuando se oculta en la Hostia
tras la cárcel de su encierro.
Dios es tan grande, ¡tan grande!,
que es capaz de ser, sin serlo,
cosas de las que no son,
para mostrar sus portentos.

Dios es tan grande, ¡tan grande!,
que todo Él rompe en Beso,
para besarme en su ser
en gozo de amor eterno.

Dios es tan grande, ¡tan grande!,
que me besa cuando peno,
¡haciéndose tan chiquito
como mi pena en el suelo!

Dios es tan grande, ¡tan grande!,
que, en su proceder eterno,
por la fuerza de su brazo,
¡rompe en inmensos portentos!
Madre Trinidad de la Santa Madre Iglesia  
28-5-1974   

TERNURA Y POESÍA. POESIA. Madre Trinidad de la Santa Madre Iglesia.


TERNURA Y POESÍA…

Ternura…, poesía…
en donación eterna e infinita…;
Amor que se da
en espera callada y divina…;
silencio sorprendente y amoroso:
¡Eucaristía…!
Misterio que la mente no comprende,
por secreto…;
¡entrega deslumbrante
del Dios bueno!:
Jesús que nace, vive y muere,
¡misterio…!,
y resucita para dársenos
sin término
por la Liturgia y la Iglesia,
en nuestro tiempo.
¡Qué dulce es pronunciar el nombre
de Jesús
en la oración secreta y sonora
del silencio…!
Respeto, si le nombro;
dulzura, si le siento;
¡ternura y poesía es mi Jesús,
cuando le tengo!
 16-3-1969

jueves, 10 de enero de 2013

El sagrario es como un imán

Han visto ustedes un imán? ¿Qué hace un imán? Atrae el hierro. Pues así como el imán atrae al hierro, así el Sagrario atrae los corazones de quienes aman a Jesús. Y es una atracción tan fuerte que se hace irresistible. No se puede vivir sin Cristo eucaristía.

Ahora bien, ¿qué pasa cuando un imán no atrae al hierro? ¿De quién es la culpa, del imán o del hierro? Del imán ciertamente no.

San Francisco de Sales lo explicaba así: “cuando un alma no es atraída por el imán de Dios se debe a tres causas: o porque ese hierro está muy lejos; o porque se interpone entre el imán y el hierro un objeto duro, por ejemplo una piedra, que impide la atracción; o porque ese pedazo de hierro está lleno de grasa que también impide la atracción”.

Y continúa explicando San Francisco de Sales:

- “Estar lejos del imán significa llevar una vida de pecado y de vicio muy arraigada”.
- “La piedra sería la soberbia. Un alma soberbia nunca saborea a Dios. Impide la atracción”.
- “La grasa sería cuando esa alma está rebajada, desesperada, por culpa de los pecados carnales y de la impureza”.

Y da la solución:

- “Que el alma alejada haga el esfuerzo del hijo pródigo: que vuelva a Dios, que dé el primer paso a la Iglesia, que se acerque a los Sacramentos y verá cómo sentirá la atracción de Dios, que es misericordia”.
- “Que el alma soberbia aparte esa piedra de su camino, y verá cómo sentirá la atracción de Dios, que es dulzura y bondad”.
- “Que el alma sensual se levante de su degradación y se limpie de la grasa carnal y verá cómo sentirá la atracción de Dios, que es pureza y santidad”.

Así es también Cristo eucaristía: un fuerte imán para las almas que lo aman. Es una atracción llena de amor, de cariño, de bondad, de comprensión, de misericordia. Pero también es una atracción llena de respeto, de finura, de sinceridad. No te atrae para explotarte, para abusar de ti, para narcotizarte, embelesarte, dormirte, jugar con tus sentimientos. Te atrae para abrirte su corazón de amigo, de médico, de pastor, de hermano, de maestro. Si fuésemos almas enamoradas, siempre estaríamos en actitud de buscar Sagrarios y quedarnos con ese amigo largos ratos, a solas.

Si fuésemos almas enamoradas, no dejaríamos tan solo a Jesús eucaristía. Las iglesias no estarían tan vacías, tan solas, tan frías, tan desamparadas. Serían como un continuo hormigueo de amigos que entran y salen.

Tengamos la costumbre de asaltar los Sagrarios, como dice san Josemaría Escrivá. Es tan fuerte la atracción que no podemos resistir en entrar y dialogar con el amigo Jesús que se encuentra en cada Sagrario.

Y para los que trabajan en la iglesia, pienso en los sacristanes, esta atracción por Jesús eucaristía les lleva a poner cariño en el cuidado material de todo lo que se refiere a la eucaristía: Limpieza, pulcritud, brillantez, gusto artístico, orden, piedad, manteles pulcros, vinajeras limpias, purificadores relucientes, corporales almidonados, pisos como espejos, nada de polvo, telarañas o suciedades. Estas delicadezas son detalles de alguien que ama y cree en Jesús eucaristía.

Pero, ¿por qué a veces el Sagrario, que es imán, no atrae a algunos? Siguen vigentes las tres posibilidades ya enunciadas por san Francisco de Sales, y yo añadiría algunas otras.

No atrae Cristo eucaristía porque tal vez hemos sido atraídos por otros imanes que atraen nuestros sentidos y no tanto nuestra alma. Pongo como ejemplo la televisión, el cine, los bailes, las candilejas de la fama, o alguna criatura en especial, una chica, un chico. Lógicamente, estos imanes atraen los sentidos y cada uno quiere apresar su tajada y saciarse hasta hartarse. Y los sentidos ya satisfechos embotan la mente y ya no se piensa ni se reflexiona, y no se tiene gusto por las cosas espirituales.

A otros no atrae este imán por ignorancia. No saben quién está en el Sagrario, por qué está ahí, para qué está ahí. Si supieran que está Dios, el Rey de los cielos y la Tierra, el Todopoderoso, el Rey de los corazones. Si supieran que en el Sagrario está Cristo vivo, tal como existe – glorioso y triunfante – en el Cielo; el mismo que sació a la samaritana, que curó a Zaqueo de su ambición, el mismo que dio de comer a cinco mil hombres....todos irían corriendo a visitarlo en el Sagrario.

Naturalmente echamos de menos su palabra humana, su forma de actuar, de mirar, de sonreír, de acariciar a los niños. Nos gustaría volver a mirarle de cerca, sentado junto al pozo de Jacob cansado del largo camino, nos gustaría verlo llorar por Lázaro, o cuando oraba largamente. Pero ahora tenemos que ejercitar la fe: creemos y sabemos por la fe que Jesús permanece siempre junto a nosotros. Y lo hace de modo silencioso, humilde, oculto, más bien esperando a que lo busquemos.

Se esconde precisamente para que avivemos más nuestra fe en Él, para que no dejemos de buscarlo y tratarlo. ¡Que abajamiento el suyo! ¡Qué profundo silencio de Dios! Está escondido, oculto, callado. ¡Más humillación y más anonadamiento que en el establo, que en Nazaret, que en la Cruz!

Señor, aumenta nuestra fe en tu eucaristía. Que no nos acostumbremos a visitarte en el Sagrario. Que seas Tú ese imán que nos atraiga siempre y en todo momento. Quítanos todo aquello que pudiera impedirnos esta atracción divina: soberbia, apego al mundo, placeres, rutina, inconsciencia e indiferencia.

¡El Sagrario!

“El Maestro está aquí y te llama”, le dice Marta a su hermana.

Nuestra ciudad está rodeada de la presencia Sacramental del Señor. Tomen en sus manos un mapa de la ciudad y vean cuántas iglesias tienen, señaladas con una cruz. Esas cruces están señalando que ahí está el Señor, son como luceros o como constelaciones de luz, visibles sólo a los ángeles y a los creyentes, diría Pablo VI.

¡Seamos más sensibles, menos indiferentes! ¡Visitemos más a Cristo Eucaristía en las iglesias cuando vamos de camino al trabajo o regresamos! Asomemos la cabeza para decirle a Jesús: ¡hola! Dejemos al pie del Sagrario nuestras alegrías y tristezas, nuestras miserias y progresos.

Imaginen unos novios que se aman. Trabajan los dos. El trabajo de uno está a dos calles del otro. ¿Qué no haría el amado para buscar ocasiones para ver a la amada, llamarla por teléfono, saludarla, aún cuando fuera a distancia?

¿Pequeñeces? Son cosas que solamente entienden los enamorados. Con el Señor hemos de hacer lo mismo. Si hace falta, caminamos dos, tres o más calles para pasar cerca de Él y tener ocasión de saludarlo y decirle algo. Con una persona conocida, pasamos y la saludamos brevemente. Es cortesía. ¿Y con el Señor no?

En cada Sagrario se podría poner un rótulo “Dios está aquí” o “Dios te llama”. Es el Rey, que nos concede audiencia cuando nosotros lo deseamos. Abandonó su magnífico palacio del Cielo, al que tú ni yo podíamos llegar, y bajó a la tierra y se queda en el Sagrario y ahí nos espera, paciente y amorosamente.

El mismo que caminó por los senderos de Palestina, el que curó, el que fundó la iglesia, es el mismo que está en el Sagrario.

¿Para quién y para qué está ahí? Para nosotros, para hacer compañía al solo, para fortalecer al débil, para iluminar al que duda, para consolar al triste, para llenar la vida de jugo, de alegría, de sentido.

P. Antonio Rivero LC

miércoles, 9 de enero de 2013

El Cristo de todos los tiempos (Fragmento). Madre Trinidad de la Santa Madre Iglesia


Hijo de mi alma-Iglesia, escucha el gemido de mi corazón: entra en la profundidad profunda del pecho de Cristo, recibe el palpitar de su doloroso Getsemaní prescindiendo del tiempo y circunstancias que te rodean. Porque para el cristiano, en la dimensión de su capacidad, no existe el tiempo ni la distancia, siendo, con Cristo, universal, a imagen y reflejo de la perfección de Dios que manifiesta el atributo de la eternidad en Cristo, y que, por Él y en Él, lo hace repercutir en todos sus miembros.